Marujeando…

Jueves, 21 de enero

Hoy he decidido pasar la mañana tranquilamente en casa. Es que  tengo la sensación –desde que he llegado a Bombay- de que me paso el día corriendo de un lado para otro, para visitar los lugares turísticos o para asistir a eventos y compromisos. Hoy quiero relajarme y descansar un poco de tanto ajetreo.

Y para empezar la mañana bien relajadita, hoy me he unido a la clase de yoga que los Thakur tiene dos o tres veces por semana en la ya famosa salita privada. Viene un profesor, que además de profesor de yoga es un mago aficionado, y da una clase particular. Es monísimo y pronuncia la “S” como algunos niños pequeños, diciendo una especie de “Z”. Pues hoy, en lugar de dos, en la clase éramos tres. ¡Qué bien me he quedado después de una hora de estiramientos y de concentrarme en mi respiración! Aunque también me he dado cuenta –y eso no ha sido tan agradable- de que necesito recuperar mi paz interior. Me falta y antes la tenía.

Luego, he pasado un par de horitas poniéndome al día con este diario, ordenando mi armario y mis cosas, descargando fotos y escuchando música con mi MP4. ¡Qué bien! Me ha durado poco esta calma, porque a las 12 y media ha empezado de nuevo ha la actividad. Ashita y yo hemos quedado para comer con Pinky, la nuera de los Thakur y su madre. Una comida de chicas, vaya.

Hemos ido a un restaurante vegetariano del centro y lo hemos pasado muy bien. Ya me voy acostumbrando incluso al picante. Me han ayudado a pedir, porque por los nombres hindis, no era capaz de elegir algo que me gustara. Al final he comido una combinación de arroz basmati y puré de espinacas, acompañada con una ensalada de pepino y tomate en salsa de yogur y una especie de tortitas (creo que de maíz) cocinadas entre hojas de plátano. Estaba todo muy bueno. Y de postre… ¡me he tomado un helado de plátano, caramelo y almendras! Mmmmmmmm ¡Delicioso!

Luego Ashita y yo nos hemos ido de compras, el objetivo era enseñarme dónde puedo comprar los regalitos que llevaré de vuelta a España.

Las tiendas de la calle, no me han gustado nada. Todas esas cosas ya han llegado a España y se venden en los “Todo a cien”. ¡Son los inconvenientes de la globalización! En cambio, un poco más tarde, hemos ido a una tienda alucinante que se llama “Fabindia” donde hemos estado mucho rato y hemos comprado (las dos) muchas cosas. Es una tienda que vende todo tipo de prendas y artículos hechos de tela fabricada en

India: pashminas, ropa de cama y de baño… Y por supuesto, todo tipo de ropa india: kurtas, saris, pantalones, pañuelos, etc.

Hemos quedado agotadas y hemos vuelto a casa.

Esta noche me toca cocinar a mí. Bueno, lo de cocinar, es un decir, porque con dos pinches de cocina haciendo en dos segundos y medio todo lo que les pides, realmente no he hecho nada más que dirigir la orquesta… Es que hoy, cenamos paella. Una paella de verduras al más puro estilo valenciano. Y vienen a cenar dos amigos muy allegados de la familia para probarla. Es nuestro acontecimiento del día.

Ha sido una velada muy agradable, y aunque la paella ha salido muy buena, no sé si les habrá gustado. Es que aquí se come todo tan especiado y lo sabores son tan fuertes, tan intensos y casi siempre la comida es tan picante, que al lado del resto de alimentos que había en la mesa (ensalada, minipatatas con salsa de tomate y unas tortitas con puré de guisante dentro), el arroz que yo he hecho, estaba muy insípido.

1 comentario

  1. Ellen said,

    2010/01/24 a 2:09

    Seguro que lo han apreciado tu paella. Cuando escribes de la comida allí y veo tus fotos me da tantas ganas de una comida verdadero hindu. Que buen que estas acostumbrando a comida especiado.
    También me alegro que has hecho un poco de yoga, un buen relax.


Replica a Ellen Cancelar la respuesta